lunes, 27 de febrero de 2017

La Alegría del Amor (#28)

Un numeral para cada día, tomado de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco, "Amoris Laetitia" (La Alegría del Amor).

CAPÍTULO PRIMERO
A LA LUZ DE LA PALABRA

28. En el horizonte del amor, central en la  experiencia cristiana del matrimonio y de  la familia, se destaca también otra virtud,  algo ignorada en estos tiempos de  relaciones frenéticas y superficiales: la ternura.

Acudamos al dulce e intenso Salmo 131.  Como se advierte también en otros textos la unión entre el fiel y su Señor se expresa con rasgos del amor paterno o materno. Aquí aparece la delicada y tierna  intimidad que existe entre la madre y su niño, un recién nacido que duerme en los brazos de su madre después de haber  sido amamantado.

Se trata (como lo expresa la palabra hebrea gamul) de un niño ya destetado, que se aferra conscientemente a la madre que lo lleva en su pecho. Es entonces  una intimidad consciente y no meramente biológica. Por eso el salmista canta:  "Tengo mi interior en paz y en silencio,  como un niño destetado en el regazo de  su madre"

De modo paralelo, podemos acudir a otra escena, donde el profeta Oseas coloca en boca de Dios como padre estas palabras conmovedoras:

"Cuando Israel era joven, lo amé  (…). Yo enseñe a andar a Efraín, lo alzaba en brazos (…) Con cuerdas humanas, con correas de amor lo atraía; era para ellos  como el que levanta a un niño contra su mejilla, me inclinaba y le daba de comer".

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